El sábado pasado por la mañana, muchos no hacíamos más que mirar al cielo. Haber si por lo menos no llovía. ¿ El motivo? Pues como todos los años, nos volvíamos a reunir todos los grupos de catequesis de nuestro Arciprestazgo de Monelos, en Iñás, para celebrar un día de fiesta y alegría para todos.
Y en verdad fue hermoso lo que vivimos. Aunque no pudimos andar por la hierba, tuvimos el espacio suficiente, para entrar todos y compartir una jornada preciosa. Para reafirmarnos en lo bien que uno disfruta de la compañía de los demás. Se notaba que Jesús estaba presente en cada gesto que vivimos. Unos viajaron en coche, otros compartieron las plazas en los autobuses.
Iniciamos el día con una Celebración de la Palabra. Unidos en familia y con la ayuda de Jesús, caminamos hacia la felicidad. Es la hora de dar salero a nuestras vidas y ser buenos samaritanos allí donde vivimos y nos encontramos. Cada grupo fue añadiendo valores que nos ayudan a sentir a Jesús en nuestras vidas : Ayuda, alegría, respeto, perdón, solidaridad....
Y después de los cantos, nos pusimos a jugar. Juegos de lo más originales, donde todos estábamos revueltos y donde todo el mundo se reía de lo lindo. ¡Ah! y no había ni vencedores ni perdedores, simplemente participar y contagiarnos de verdad los unos a los otros.
Poco antes de la comida, nos volvimos a reunir todos, pues tocaba bendecir la comida y como ya es tradición, cantamos " El Rap de la Bendición ". Así cada grupo se dispuso a compartir lo que se había traído para comer juntos. Y claro, antes de que algunos estuvieran empezando los postres, ya había una cola de unas 130 personas esperando a la furgoneta del helado. Tremendos los chillidos que escuchamos a distancia. Cuántos niños vimos con bigote y perilla de chocolate y nata.
Después de la sobremesa nos dispusimos a vibrar con el festival. Una vez más destacó la marcha y originalidad de los diversos grupos, a la hora de elegir sus actuaciones. Y de mover la cadera. A todo pistón. Donde nadie fue campeón y ganamos todos en aplausos y sonrisas.
Así que antes de regresar, cantamos, dimos gracias a Dios por todos los dones y cosas hermosas que tenemos en nuestra vida. Y después nos dispusimos a recoger y dejar toda la finca de Iñás, limpia y bien recogida, tal cual nos la habían dejado a nosotros. Entre todos, nos repartimos las diversas labores.
Una año más que se nos ha pasado volando. Pero merece la pena vivir y disfrutar de nuestro mutua compañía. Y claro todo ello es posible, porque Jesús está caminando a nuestro lado.
Termino dando gracias a todas las catequistas, que ofrecen su tiempo libre, para dar a conocer a los niños, lo importante que es Jesús en sus vidas. Y por lo bien que se organizan en un día como este. También a las Hijas de la Natividad de la Grande Obra, que una vez más, nos han dejado ese maravilloso lugar que para nosotros es Iñás. Hasta pronto.

